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Del santo Evangelio según san Mateo: 7, 6. 12-14

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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

 

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.

 

Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”.

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Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

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Reflexión 

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Hoy, Jesús nos invita: «Entren por la puerta estrecha» (Mt 7,13), para conseguir la vida plena y ser siempre felices, para evitar ir a la perdición y vernos condenados para siempre.

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Si echamos un vistazo a nuestro alrededor podremos darnos cuenta que todo lo que vale cuesta, y que lo que tiene un cierto nivel está sujeto a la recomendación del Maestro: como han dicho con gran profundidad los Padres de la Iglesia, «por la cruz se cumplen todos los misterios que contribuyen a nuestra salvación» (San Juan Crisóstomo). Recuerdo a una hermana enferma a quien visite en el hospital y que después de tanto sufrimiento me decía: «Padre, quien no saborea la cruz no desea el cielo; sin cruz no hay cielo».

 

Es por eso que siguiendo a Jesús que ha dicho «Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12), nos damos cuenta que el Evangelio no nos condena a una vida oscura, aburrida e infeliz, sino todo lo contrario, pues nos promete y nos da la felicidad verdadera. No hay más que repasar las Bienaventuranzas y mirar a aquellos que, después de entrar por la puerta estrecha, han sido felices y han hecho dichosos a los demás, obteniendo por su fe y esperanza en Aquel que no defrauda la recompensa de la abnegación: «El ciento por uno en el presente y la vida eterna en el futuro» (Lc 18,30). Tomamos de ejemplo a María hoy al celebrar la memoria de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en su “sí” de María está acompañado por la humildad, la pobreza, la cruz, pero también por el premio a la fidelidad y a la entrega generosa. Queridos hermanos que el deseo de agradar a Cristo nos lleve a entrar por la puerta estrecha, haciendo su voluntad.

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Pbro. Fermín A. García Ortega

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