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Del santo Evangelio según san Mateo: 9, 14-17

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En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán.


Nadie remienda un vestido viejo con un parche de tela nueva, porque el remiendo nuevo encoge, rompe la tela vieja y así se hace luego más grande la rotura. Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perder los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan”.

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Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

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Reflexión 

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El Evangelio comienza con un reclamo dirigido a Jesús por parte de los discípulos de Juan acerca del ayuno. Estos si ayunaban, en cambio los discípulos de Jesús no lo hacían. Jesús argumenta con base en tres situaciones distintas: las bodas, la producción de vino y el quehacer de los sastres.

 

En el caso de las bodas, insiste en la importancia de sintonizar con el gozo del esposo. Jesús es el esposo, sus amigos no están sujetos a rituales de penitencia, sino invitados a compartir su alegría. Para cada acción hay una circunstancia oportuna. Con la venida de Jesús, ha dado inicio el gozo de la salvación.

 

Esta salvación se ofrece tan generosamente como el vino en los banquetes, así que no es necesario hacer méritos para beber de ese vino nuevo. Dios lo regala a manos llenas a cuantos se sientan necesitados. Quien reconozca su pequeñez, dejará que Dios lo sacie.

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